domingo, 11 de marzo de 2012

EL EXTRAÑO CULTO DE STA. Mª EGIPCIACA EN ALCALÁ

Tras varios avatares en la situación fija de su convento, los capuchinos se instalaron definitivamente en el que aún hoy podemos observar en la calle Santiago hoy convertido en restaurante. En 1657 compran unas casas para ser finalizadas las obras en 1663. Se puso bajo la advocación de Sta. Mª Egipciaca o Santa María de Egipto y la misma se puede ver en la hornacina de la portada recibiendo la comunión del monje Zósimo.

Frecuentemente confundida con María Magdalena por sus imágenes realmente parecidas: una mujer bella, de pelo largo, observando una pequeña cruz o una calavera en sus manos y de vida anterior dedicada a la prostitución. Jacobo de Vorágine narra en su Leyenda Áurea la vida de esta Santa:
- Yo nací en Egipto. A los doce años fui llevada a Alejandría, y a los diecisiete me dediqué a la prostitución de mi cuerpo; en este oficio permanecí mucho tiempo. En cierta ocasión, al enterarme que desde el puerto de Alejandría iba a salir un barco cargado de peregrinos que se dirigían a Jerusalén para adorar la Santa Cruz, rogué a los marineros que me permitieran embarcarme en su navío. « ¿Tienes dinero para pagar el pasaje?», me preguntaron. Yo les respondí: «No tengo dinero, pero puedo pagar con mi cuerpo». Ellos aceptaron, me dejaron embarcar, y durante la travesía usaron y abusaron de mí cuanto quisieron. Al llegar a Jerusalén, quise también adorar la Santa Cruz y me dirigí a la iglesia, pero al acercarme a la puerta del templo me sentí rechazada por una fuerza invisible, que no me dejaba pasar. Cuantas veces intenté penetrar en el sagrado recinto, y fueron muchas, otras tantas me lo impidió una mano misteriosa. Al observar que todos los demás entraban libremente en la iglesia sin que nadie les pusiera impedimento, y que solamente a mí se me vedaba el paso, traté interiormente de indagar cuáles podrían ser las causas de tan extraño fenómeno, hasta que caí en la cuenta que no podían ser otras que las de la enormidad de mis pecados. Entonces empecé a darme golpes de pecho y a derramar amarguísimas lágrimas y a prorrumpir en profundos suspiros. En esto, vi que sobre la portada había una imagen de la Bienaventurada Virgen María, en la que hasta entonces no había reparado, y mirándola tiernamente le rogué con copioso llanto que me alcanzase de Dios la gracia que se me perdonasen mis culpas y que pudiese pasar al interior del templo para venerar la Santa Cruz, prometiéndole a Cristo y a Nuestra Señora que en cuanto saliera de aquella iglesia abandonaría el mundo y viviría en absoluta castidad hasta el final de mis días. Una vez hecha esta oración y promesa quedé tranquila y firmemente convencida que la Bienaventurada Virgen María me alcanzaría lo que le había pedido, y, sin dudarlo, me acerqué al dintel del templo, lo traspasé y entré en el santo lugar sin que nadie ni nada me lo impidieran.

El famoso templo es el del Santo Sepulcro donde, curiosamente, tiene un altar. Al igual que en la basílica de Asís.

Lo que nos llama la atención es que después, arrepentida, se retira al desierto pero no para hacer realmente penitencia pues en el poema de la literatura medieval que se encuentra en El Escorial nos narra, bien leída, la historia de ella misma sufriendo un proceso iniciático tanto de fuerte vida erótica y sexual como, posteriormente, en el control de las fuerzas de la Naturaleza. Ya que María pierde la conciencia anterior, elevándose a un conocimiento superior sólo fomentado por su profunda unión con la Natura:


No vio en toda esa montaña

Cosa que le fuera extraña.


Zósimo, el monje que la encuentra y que le ofrece la comunión e intenta taparla con su manto, observa en ella alguien que puede caminar sobre las aguas del río y desplazarse de forma inaudita. Al año siguiente el monje la encuentra muerta y es –curioso- un león el que le ayuda a enterrar el cuerpo. El león representa la exaltación de las energías vitales y la imagen poderosa del sol, aquel que acompañó tanto a María de Egipto y tanto le ayudó en su camino iniciático de ascensión cósmica.
 Curisamente en esta misma iglesia de los capuchinos es donde la verdaderamente extraña María de Orozco (cap. 6 del libro) tiene visiones infernales. En ellas, llena de terror, observa la boca de entrada al infierno justo delante del altar mayor y frecuentes demonios bailando y brulándose de ella por toda la iglesia.

Además hay un demonio en la puerta que la ponía impedimentos o "pruebas" para pasar a dicha iglesia...



A finales del XVIII se publica en Madrid el libro "Sermón panegírico" de los Capuchinos de Alcalá a Sta. María Egipciaca, donde indican que:

"La conversion maravillosa de esta Santa, y su vida portentosamente virtuosa, es sin duda uno de los testimonios, que nos hacen mas visible la eficacia de la Cruz, y meritos de Jesu Christo. A la vista de ella logra su desengaño , vé mudado su corazon, y advierte trocada su voluntad, de tal modo, que llevada hasta el mas alto grado de un verdadero arrepentimiento, se halla restituida- del infeliz estado de la muerte de la culpa al felicísimo de la vida de la gracia, mucho mejor, que consiguieron los Hebreos á vista de la Serpiente de metal, el ser libres del mortal veneno de las vívoras de fuego, cuyas mordeduras los conducían hasta el ultimo peligro de la vida. Se retira despues á los desiertos mas escondidos, donde entregada toda á la mortificacion de sus sentidos, á la consideracion de lo eterno, y al exercicio de las virtudes, luchando consigo, con sus pasiones, y enemigos, olvidada de todo lo terreno, y emprendiendo una viola celestial, alegra con sus triunfos á los Santos, y es de admiracion con sus progresos á los mismos Angeles del Cielo, conforme á la expresion del Padre San Andrés Cretense; á la manera de aquella muger prodigiosa , que refiere San Juan en su Apocalypsi,"


Zósimo dando la comunión como premio final a una criosa María de Egipto
 totalmente dueña de las fuerzas de la Naturaleza en su ascenso cósmico.
(Fotografía: José J. Martínez Palacín 2009)


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