viernes, 28 de octubre de 2011

Los romeros de la Dama del Henares

  Los caminantes hacia Jerusalén, se les calificaba de palmeros, por lo que portaban. Los que se dirigían a Roma, los romeros, obviamente, y los de Santiago, los peregrinos. En España, el culto a las vírgenes que tiene lugar el tercer domingo de Septiembre, las populares romerías, provienen de aquellos cultos primitivos en que se salía fuera a buscar y llegar hasta el habitáculo de la divinidad que se encontraba siempre en lugares apartados, algunas veces de difícil acceso. Todo ese camino o romería era una preparación espiritual para encontrarse con la Madre y poder hablar, tras un proceso de "limpieza interior", en aquel lugar. En Japón, en el Sintoismo el "Kami" es el espíritu divino que permanece en lugares de la naturaleza. Creencia de los druidas esta que en todo río haya un espíritu. En nuestro caso toda una Mater que queremos llamar "Dama del Henares" la protectora de todo el entorno mágico que describimos en el libro y aun todo el río, origen del valle y de asentamientos de culturas a su alrededor.
Todavía el domingo de la virgen del Val y aún otro, muy importante, el de la virgen del Rocío, se concentran en los alrededores de la ermita los romeros y devotos para pasar un día con la Madre. Como igualmente el día de difuntos, próximo en el calendario, se pasaba el día en la sepultura, reminiscencia del propio Egipto. Pero de esto hablaremos la próxima semana. Ahora les dejo con un pequeño juego: comparen ustedes este himno a la Diosa de Babilonia Ishtar con los salmos bíblicos 26 y 34. No han de ser exactos pero su paralelismo nos indica que las oraciones del libro de los Salmos provienen, en muchos casos, de Mesopotamia y Egipto.....

Oración a Ishtar (s. III a.C.)

Sé misericordiosa conmigo Istar, haz que yo prospere,
mírame fielmente y acoge mi súplica.
He seguido tus normas, que para mí la dicha sea constante;
me he asido a tus andas, que posea la felicidad;
he llevado tu yugo, procúrame la calma;
te he esperado, que llegue a mi la paz.

(extraído de Oraciones del Antiguo Oriente. Ed. Verbo Divino)

Bien podríamos cambiar el nombre de la diosa acadia por nuestra DAMA del HENARES, nuestra virgen negra del Val.

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